jueves, diciembre 23, 2010

El eclipse lunar del solsticio


Durante las primeras horas del martes 21 de diciembre de 2010 una Luna Llena grande, brillante y hermosa se introdujo subrepticiamente en la sombra del planeta Tierra (clic en la imagen para ampliarla a 900 x 600 píxeles o verla aún más grande). Como dato curioso, el eclipse total de Luna coincidió con la fecha del solsticio de diciembre.

En la fase culminante del eclipse, visible de manera privilegiada en América del Norte, la Luna, mientras se ensombrecía paulatinamente, se recubría también con un bonito color cobrizo que por su aparente calidez contrastaba con el crudo frío de una noche invernal. Esta particular coloración de la Luna se debía al hecho de que la luz solar se filtraba y a la vez se refractaba hacia el interior del cono de sombra de la atmósfera terrestre. Desde una perspectiva lunar, era como si todas las salidas y las puestas de Sol del mundo se hubiesen dado cita para delinear con un anillo de fuego la silueta terrestre (ver la imagen al pie).

Habiendo pasado más cerca del centro de la umbra, el hemisferio sur de la Luna (a la izquierda) aparece notoriamente más oscuro que el hemisferio norte en esta imagen del eclipse tomada desde Deerlick Astronomy Village, en el estado norteamericano de Georgia. La imagen es una composición digital de dos fotografías con diferentes tiempos de exposición: a una fotografía de la Luna eclipsada se le añadió una toma más prolongada para captar el campo estelar circundante.

Un eclipse solar desde la Luna. Si en vez de observar un eclipse total de Luna desde la Tierra, pudieran verlo desde la cara que nuestro satélite siempre nos presenta, entonces verían el mismo acontecimiento pero como un eclipse del Sol, esto es, cuando el disco de nuestro planeta bloquea por completo el Sol. En esta imagen recortada, la artista Hana Gartstein ilustró el acontecimiento: alrededor de una imagen de la Tierra tomada por la Apollo 17 dibujó una gruesa capa de bruma de tintes rojizos. Algunos rayos de luz solar se filtran a través de la polvorienta atmósfera del planeta. El lado nocturno de la Tierra todavía es visible, aunque tenuemente, ya que se encuentra iluminado por la oscurecida y enrojecida Luna. Sin embargo, el disco de la Tierra aparecería en el cielo de la Luna casi cuatro veces más grande que el del Sol, de formal tal que la sutil corona que rodea el Sol sería casi invisible. En la parte superior izquierda es el Sol el que desaparece detrás del limbo terrestre (clic en la imagen para ampliarla). Más información (en inglés).

Vía Foto astronómica del día correspondiente al 23 de diciembre de 2010. Esta página ofrece todos los días una imagen o fotografía del universo, junto con una breve explicación escrita por un astrónomo profesional. Crédito y copyright: Chris Hetlage.

Nota: Tal como había anticipado, el 21 de diciembre nos levantamos a las 4:30 h y al salir al balcón allí estaba la Luna, parcialmente eclipsada, en dirección oeste-noroeste. Estaba bastante baja, a unos 10 grados y medio de altura. Como estaba mirando en dirección a la Ciudad de Buenos Aires, el cielo tenía una coloración grisácea, típica de la atmósfera contaminada de las grandes urbes. La obvia diferencia con el eclipse total de Luna de febrero de 2008, era el color de la Luna: aquella vez la Luna estaba pintada con un color anaranjado-rojizo (como se ve arriba, en la primer foto de esta entrada), pero en esta oportunidad el tono elegido fue el gris y el dorado. A medida que avanzaba el eclipse también comenzaba a clarear y poco a poco la Luna empalidecía más y más y se perdía en el gris del cielo. La totalidad se daba a las 5:16 h, pero no llegué a observar tanto. A las 5:10 h, cuando sólo se veía un finísimo arco en la parte inferior del limbo lunar, la Luna no sólo se perdía en el cielo sino también por entre la edificación de la zona. En ese momento estaba a poco más de 4 grados de altura. En total fueron unos 40 minutos de observación y de disfrute. Evidentemente, dada la cercanía del amanecer no tenía sentido observar ninguno de los cúmulos o nebulosas mencionados en el cuerpo de esta entrada —esas recomendaciones estaban dirigidas principalmente para los observadores de América del Norte—, pues lo que se ganaba con el apagón lunar se perdía en exceso con las luces del crepúsculo.