viernes, enero 18, 2008

El fascismo de los datos

En una nota llamada La vida tiene demasiada seguridad, asistimos al horror de la verdad como correspondencia. ¿Es uno quien realmente es?
Por ejemplo, es obvio que los únicos capaces de entrar al informe de mi cuenta bancaria son bandas criminales de hackers. Nadie con un nivel inferior de habilidad podría posiblemente atravesar el laberíntico proceso que mi banco hace poco instaló en su portal de Internet.

Puse todo mi esfuerzo en ello. Usé toda mi paciencia y capacidad mental. Ingresé la contraseña y los cuatro últimos dígitos de la tarjeta de débito. Saqué el aparatito de los códigos llamada PINsentry™ e inserté la tarjeta de débito. Presioné Identificar, mientras balanceaba el artilugio a la luz del sol. Me enseñó un código. Lo ingresé en el campo correspondiente en la pantalla de la computadora. Esperé. Nada. Repetí todo el procedimiento. La propulsión solar falló. No pude ver el código. La computadora me dijo en términos muy claros que no daba el nivel para consultar el informe de mi propia cuenta bancaria.
Y luego trató de convencer a un operador telefónico... Naturalmente, fracasó. Y no terminaron aquí sus problemas. Se ve que la periodista tiene serios problemas de identidad —no psicológica, porque ella sabe muy bien quién es, sino— electrónica.

Vía Enowning (enlaces en inglés).